Un breve repaso a mi repertorio hasta la fecha

«Música para viajar que huele a ropa limpia»

Es mi primer album (sin publicar), un proyecto desarrollado a lo largo de muchos años, con épocas muy productivas y parones más largos que un día sin pan. Siempre ha sido algo más para mi que para los demás, hasta ahora solo han escuchado mis canciones familiares y amigos.

Es un proceso de aprendizaje y de evolución.

“Todavía queda tiempo para morir”

Es la primera canción de mi repertorio que, a pesar de nacer de un sentimiento negativo, tiene una moraleja de esperanza, una mirada al futuro que solo quiere ver oportunidades para mejorar.

Habla de que, aunque nos hayan pasado cosas malas, de que tengamos miedos, de que no sepamos cómo actuar, tenemos que hacer frente a la adversidad, tenemos tiempo de salir adelante y encontrar a alguien que nos ayude a asentar cimientos a partir de las ruinas. Para construir un hogar.

Esta canción nace de un momento de desencanto amoroso compartido con una muy buena amiga mía, esta fue mi forma de intentar darle ánimos para seguir adelante y de paso de hacerlo para mi también.

“Carta a alguien especial”

Es una disculpa a la persona que menos he tenido en cuenta a lo largo de la mayor parte de mi vida: a mi mismo. Mucha gente puede identificarse con este sentimiento.

Cuando le das tu palabra a alguien de que vas a hacer algo, lo cumples por compromiso con esa persona, por no fallarle, por no faltarle al respeto, ¿por qué nos faltamos a la palabra constantemente a nosotros mismos? Nos fallamos. ¿Por qué no tenemos el mismo respeto por nosotros mismos que tenemos por los demás?

Me pido perdón porque soy la única persona del mundo con la que no puedo cortar, la única persona imprescindible, porque no busco soportarme, busco quererme y que otros puedan hacer lo mismo.

“Sin paracaidas”

Una confesión, una jugada desesperada en el último minuto, en el tiempo de descuento. La primera canción que he dirigido a alguien, no a un sentimiento o una inquietud abstracta. Una disculpa por no comportarme como debería, por dejarme vencer por el miedo al rechazo.

Es un órdago, un tiro a ciegas, un empujón para decir lo que no me atrevía a decir hablando cara a cara. En la vida no todos los órdagos salen bien, este fue uno de esos casos, a veces no hay final feliz.

Esto me mandó directo a un pozo creativo durante más de dos años, pozo del que conseguí salir con “Cansao”. A demás de romper el bloqueo creativo, me ha ayudado a conciliar sentimientos que tenía atravesados en el pecho desde hacía mucho tiempo.